martes, 25 de agosto de 2009
Destello de Tokio Blues.
"Pero lo cierto es que mi memoria se ha ido alejando de aquel prado y son ya muchas las cosas que he olvidado. Al escribir así, persiguiendo mis recuerdos, a menudo me asalta una insegurdad terrible.¿No estaré olvidando la parte más importante? Acaso no existe en mi cuerpo una especie de limbo de la memoria donde todos los recuerdos cruciales van acumulándose y convirtiéndose en lodo?
Esto es cuanto puedo conseguir ahora: asir con fuerza dentro de mi pecho unos recuerdos incompletos que ya han palidecido y siguen palideciendo a cada instante que pasa, y escribir estas líneas con la desesperación de un hombre que va chupándose la médula de los huesos. Ésta es la única forma de mantener la promesa que le hice a Naoko
Tiempo atrás, cuando todavía era joven y mis recuerdos eran mucho más nítidos que ahora, intenté escribir varias veces sobre Naoko. Pero entonces fui incapaz de escribir una sola línea. Era consciente de que una vez brotara la primera frase, las restantes fluirían espontáneamente, pero ésta jamás brotó. Todo era demasiado nítido y yo nunca supe cómo moldearo. El mapa más detallado puede no servirnos en algunas ocasiones por esta misma razón. Pero ahora lo sé. En definitiva -así lo creo-, lo único que puede verter en este receptáculo imperfecto es un texto, son recuerdos imperfectos, pensamientos imperfectos. Y cuanto más ha ido palideciendo el recuerdo de Naoko, más capaz he sido de comprenderla. Por supuesto ella intuía que mi memoria la borraría algún día. Por eso me lo pidió: "¿Te acordarás siempre de que existo y de que he estado a tu lado?".
Este pensamiento me llena de una trsiteza insoportable.
Porque Naoko jamás me amó".
Este es un fragmento de la novela de Haruki Murakami. Tokio blues Norwegian Wood. Tusquets Editores, Mexico, 2005. pp. 16.
Comprendo que cualquiera que lea una reseña quiere leer una de todo el libro. No espera que seleccione vilmente un fragmento y que se reflexione a partir de allí toda una novela, al menos no una magnífica como la del autor japonés. Lo bueno es que esto no es una reseña.
Tokio blues hizo de Murakami un escritor de culto y con razón. Si se quiere saber las verdaderas causas se debe leer la novela o al menos una reseña seria como la que escribe Rodrigo Fresán en El País. Esta como no es una reseña, es apenas una homenaje chupamedias al libro. Se basará en el fragmento que acabo de compartir.
No voy a decir que este fragmento explica o resume la novela. Pero me resulta fundamental para llenar uno de los aspectos que hacen de Tokio Blues una pieza maestra. Estos tres párrafos cierran el primer capítulo. Lo fundamental de estos párrafos, que son un minicapítulo, no es solamente la capacidad de abstraer la trama. Advierte al lector en qué condiciones debe uno envolverse en el relato. Señala un camino nublado en el que en cualquier momento se puede tropezar fatalmente, caer en un pozo secreto del cual es imposible salir, entre otras cosas porque nadie podría escuchar nuestro grito de auxilio. Un pozo parecido al que Naoko le tiene miedo en la caminata que antecede su pedido antiolvido.
El fragmento, sin embargo, tiene una dimensión secreta que lo hace aún más maravilloso. Es aquí, tempranísimo, donde el autor reconoce las miserias de escribir de memoria, donde resalta su preocupación personal sobre la literatura: la literatura está en el limbo y está embarrada de lodo. De un lodo del que va a ser dificil deshacerse. Allí la tarea del escritor: desempolvar la memoria. Está clarísimo el reto que se plantea Murakami en Tokio Blues.
La adevertencia está hecha. Fresán dice que "Murakami -al igual que los Beatles- produce adicción, provoca numerosos efectos secundarios..." Es sin duda una novela que rompe algo, cala prpfundo en cómo se piensa la relación entre literatura y memoria. ¿Serán lo mismo?
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