domingo, 10 de octubre de 2010
No vuelvo a ir al cine
1.
Tardecita suave en Puebla. Poca gente en los buses. Ideal para esperar la caída de la tarde y tomar un café a la interperie. Pero para eso debía acelerar el tiempo o disimularlo. Pasaba demasiado lenta la tarde. En la cartelera, "El infierno" la película mexicana mejor criticada del año. Al menos así lo había verificado an algunos diarios y foros en el internet. Me lo comentaron también algunos amigos en las últimas semanas: "anda a ver, está poca madre." No reparé en el director: Luis Estrada el mismo director de "La ley de Herodes." Ahora que escribo me reprocho: debí averiguar antes este dato.
2.
Angelópolis, lugar horrible, irrespirable. En esta zona de la ciudad la mayor ventaja cultural es que puedes dar una vuelta en U: recuerdo a Woody Allen en Los Ángeles: salvo que en lo único que se parecen Puebla y Los Ángeles es en el concreto que usan para las carreteras. El centro comercial atascado de ménades, de caníbales, trogloditas de Lacoste y Adidas. Cómo explicas que en México hay crisis con los parqueaderos de este santuario del consumo a reventar. Asqueroso realmente. En una mesa me esperaba Ana, por suerte: llegamos cinco minutos tarde: una máquina nos vomitó los boletos.
3.
Lo primero que vi de la película fue: CONACULTA (Consejo nacional para la cultura y el arte) en un fondo negro, diluyéndose. Entonces arrancaba. La primera imagen: Damián Alcázar. El mismo con el que simpaticé en "El crimen del padre amaro" y me horrorizó en "Crónicas" del gran Sebastián Cordero. Alcázar lo único bueno de la película.
4.
Voy a ir por partes.
Primero, la historia. Situada en un pueblo llamado San Miguel, al norte de México, donde dominan los narcos. Entonces la historia es de narcos. Entramos a ese mundo (de manera forzada y, diría, muy infantil) gracias a Bennie (Alcázar) un mexicano que a retornado al país después de veinte años en el país del norte, aunque de eso nos olvidamos pronto (primer gran error). Al llegar a casa de su madre se entera de la muerte de su hermano y va en búsqueda de explicaciones (no de venganza, Bennie es una especie de Cantinflas). Basta media secuencia para que Bennie encuentre a la viuda de su hermano: una mujer impresionante: la Megan Fox mexicana (segundo error porque está descontextualizada flagrantemente: en el imperio de la fealdad aparece este mujeron, nadie le cree cuando en algún punto dice que está fea o gorda o las dos cosas, es imperdonable el error del casting allí). Allí, bastan un par de secuencias más para que caigan perdidamente enamorados y entonces tengamos que soportar una escena pornográfica barata y grosera que nada tiene que hacer en la película y que es la única razón por la que piden credencial en la entrada: ¡¡¡¿¿ qué no saben que los niños pueden ver mejor porno en el internet???!!!
Este súbito y estúpido enamoramiento logra que Bennie asuma el papel de "papá de la casa." En este contexto su sobrino cae en la cárcel. Bennie lo va a salvar pero no le alcanza la plata. Es por esto que se mete al narco. Entonces entramos a este mundo de una manera tan forzada como infantil. Con el transurso de hechos que no son paródicos, sino vulgarmente graciosos (sobre esto quiero volver después) vemos como se convierte el personaje. El actor es bueno, hace lo que puede: el fallido es el personaje. Este Cantinflas poco a poco se va convirtiendo en un Antonio Montana salido de Los Pitufos o de Chespirito. Un personaje que se lo trata como una marioneta dirigida por un borracho. Solo es necesario decir que el tipo convence a unos policías comprados por la mafia para que no lo entreguen (después de un culebrón de casualidades digno de María la del Barrio) y luego lo terminan matando, pero no lo matan en realidad porque el disparo que le dieron (la única vez que matan a alguien de un solo disparo y no mil como pasa en TODA la película) fue en el brazo, y lo entierran (y no se dan cuenta que no está muerto mientras lo hacen) y luego sin ninguna sorpresa ya para el espectador (porque hemos perdido la capacidad de asombro) sale de su tumba para planear su funesta venganza.
Pero su funesta venganza es idiota. Estrada quiere hacer un remake del final de Inglorious Bastards o de Scarface o de El Padrino, y le sale algo como Betty la fea. Cuando ha logrado esto la película, después de tenernos amargamente confundidos, nos hace un giro de tuerca enmohecida. Nos enteramos de que el tipo a muerto porque vemos su tumba: ¿cómo si ya se chingó a todos sus enemigos? Cuando parecía que la peli no podía empeorar, empeora, con una escena del sobrino de Benni tipo Rambo acribillando (él solo!!) a un grupo de narcos de la siguiente generación.
Si mi resumen parece confuso, lo es. Eso amerita la película.
5.
El humor.
He visto muchos comentarios, incluidos de críticos de cine pagados, que hablan de que un gran mérito de la película es el humor. No es humor, es folclor. Lo que nos saca una sonrisa es escucharnos en la pantalla grande. Escuchar un "chinga tu madre" evidentemente nos saca una sonrisa.
El cinismo de los personajes, un cinismo que quiere hacer recordar a Tarantino y la deuda que tiene esta película con él, no cristaliza y no tiene el efecto necesario. Esto pasa porque Estrada estira demasiado el tono folclórico en los personajes y los empobrece, por eso el cinismo que intenta queda trunco. A lo mucho saca una sonrisa, no esa sonrisa malvada que nos saca Tarantino o incluso Cuarón (Y tu mamá también), que se convierte en saliva, o canguil. Ese cinismo que debería tensar la película fracasa: la película no está ajustada, se desarrolla con dificultad, da muchas vueltas entre chiste y chiste y estos pierden su efecto de acumulación.
6.
La Referencia Intertextual.
El claro referente de película de gángsters es El Padrino. Se podrá estar de acuerdo o no que es la mejor película de este ya Género Cinematográfico. Es obvio que "El infierno" necesita de otro régimen estético por tratarse de gángsters rancheros en el siglo XXI. Pero este régimen estético ¿tenía que basarse en la payasada? Lo magistral de Los Corleone, es que son un estereotipo pero nunca lo sabemos. Estamos todo el tiempo viendo fiestas italianas, escuchamos el acento, escuchamos italiano, entramos a su religiosidad y a su folclor, pero todo esto al final funciona en el ambiente de la película, nos sumerge en él. En esta películas somos unos extraños, esto prueba su fracaso. El ingreso a ese mundo es dificultoso y no se da, nunca nos conmueve nada y lo que es peor, nunca nos duele nada: ¿no es ese el punto final del arte?
7.
Lo último que he dicho es lo más importante de esta larguísima crítica. Y siento que se puede alargar más porque nadie la va a leer, así que qué más da. En todo caso vuelvo.
Si la finalidad de esta película era mostrarnos esa cruel realidad, lo hizo de una manera incompleta. Y creo que deliberadamente incompleta. Nos la muestra a través de la sangre: del morbo, del diario amarillista. Tiburón es grande porque nunca vemos al monstruo. No hay elaboración artística en la película y tampoco hay denuncia, o si la hay es partidista. El guión está por un lado opacado por la escena sangrienta lo cual hace complicado entrar en la sicología de los personajes, o en la sicología de un pueblo. No es que están superpuestas, la una eclipsa a la otra, eso prueba que no se trata de una obra de arte si no de otra cosa. El objetivo es horrorizarnos a través de lo fácil: la sangre, los tiroteos. Pero además horrorizarnos solo de un lugar del horror: el mundo de los narcos. Por qué entonces si hay denuncia esta es incompleta. Por qué no nos dice del horror de un gobierno fascista que masacra. ¿Por qué solo les culpa a los narcos de la desgraciada realidad mexicana? La película enfoca a los narcos como enfermos mentales: eso querido Estrada se llama facilismo. Pero voy a ir más allá.
No quiero especular. No quiero decir que fue financiada por el gobierno, a pesar de que fuera financiada por CONACULTA. Pero ¿Por qué demonios no aparece ni un solo miembro del nefasto ejército mexicano a excepción de la imagen de la estación de bus? Parece que la película hace una acusación a todo el sistema pero no es cierto: culpa a los gobiernos locales. Pone en el paredón al presidente de San Martín y a su policía (y a los gringos, claro, pero de manera cobarde) pero nunca al gobierno central. ¿Es esto un encubrimiento?
No, es peor. Esta película es parte de la llamada guerra contra el narcotráfico , que en realidad es la guerra contra México: la escena final lo prueba: el águila está sangrando. Es una guerra silenciosa (qué digo silenciosa, escadaloza) que también se instala en el mass media. Creo que no digo ningún secreto. Esta película no solo es mala por mediocre, es mala porque no es una película, es otra cosa, una ráfaga de ametralladora, un balazo mediático.
Por eso, no voy a ir más al cine,
no por ahora.
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Cinéfilo:
ResponderEliminarDe entrada te felicito por la reseña que es (creo yo) tu estreno como crítico de películas. Es honesta y clara, lo que siempre se agradece. Ahora sí, va el comentario de lo que a mi parecer se salió de cuadro (no es tu culpa) de la crítica:
Las alegorías funcionan en la medida en que entendemos los símbolos que llevan aparejados. De nada me sirve la imagen de una señora en túnica, con los ojos vendados, una espada en una mano y una balanza en la otra, si no estoy inmerso en la cultura occidental en la que dicha imagen representa el concepto justicia, implacable, equitativo, insobornable.
"El infierno" es una gigantesca alegoría sobre la realidad mexicana de unos veinte años para acá. No por nada la cinta abre con un tipo que se ausentó ese tiempo, y al volver, encuentra un país más jodido, lleno de basura el campo, llenos de ladrones los autobuses, y lleno de muertos y delatores su pueblo. Lo que vamos viendo se parece a una caricatura, porque a Luis Estrada le gustan las caricaturas, es la historia que no quisimos ver de cómo el narco se apoderó de territorios, gobernantes, vidas y destinos; de cómo en su afan por acabar con los rivales, contrató militares de élite para cuplir con el trabajo, y que terminaron adueñándose del negocio, porque para ellos las reglas mafiosas sobre la familia, el honor o el pueblo no importan; son una generación distinta, inmune a la conciencia y al castigo, que ha desbordado cualquier límite imaginable.
La alegoría se desmanda con la salida de la tumba del Benny, que da un escarmiento a los malvados, pese a que para ello pasa encima de nuestros símbolos patrios -se de mas de uno a quien le molestó la imagen del escudo ensangrentado.
Tienes razón, la película se excedió. Sin embargo creo que era lo que "teníamos que ver", no es de gratis que siga en cartelera después de casi dos meses, lo cual es un triunfo para una cinta mexicana. Si terminara ahí, sería el triunfo del bien (aunque bizarro) sobre el mal. Pero no. la imagen del diablito llegando a la tumba y luego disparando contra los otros narcos nos avisa que la cosa va a seguir.
En resumen: el filme nos da risa, pero luego nos duele y nos molesta porque nos ha contado, en forma alegórica, lo que la realidad de diarios y noticieros nos azota a la cara todos los días. Hay cosas que no se pueden decir sin un sesgo de humor, porque son demasiado dolorosas para contarse como son.
Un abrazo. R. Meza