1.
En el poema "Desencuentros con Julio" Jorgenrique (ojalá me sepa perdonar el abuso de confianza) escribe: "¿y a quién vamos a darle el pésame cuando él se muera si no a nosotros mismos?" Eso me pregunto ahora. Claro es fácil preguntarse esas cosas en este país después de que el maestro ya las escribió. Pero yo me pregunto si no habrá que darle el pésame a la poesía misma. Porque para mi Jorgenrique era sobretodo un poeta y y por eso la poesía anduvo de luto en estos días. Qué vendrá a ser la poesía ahora sin Adoum. Será una señorita de esquina lujuriosa? Una señora de caricias descompuestas? Cómo se la acaricia ahora en todo caso? A dónde habrá ido a parar? dónde buscarla? Creo que la poesía de Adoum, por suerte, no está atrapada en sus páginas. No fue un poeta de escritorio o diccionario. Fue un poeta lanzapiedras, lanzaversos. La poesía de Adoum hay que leerla en voz alta, en las calles, en los buses y en los estadios. Leerla en voz alta para que regrese a su hábitat natural. Leérsela a una mujer antes de meterle las manos y el alma debajo de la ropa, leérsela en modalidad susurro.
2.
Jorgenrique Adoum fue, como dije, un poeta. Esa es mi humilde opinión. Encontré pocos espacios donde se profundizara al poeta y su obra, pero de los pocos que encontré en general se trataba a su novela Entre Marx y una Mujer Desnuda como la obra capital del Ambateño y creo, que en general, se puede estar de acuerdo en eso. En algunas de estos espacios, particularmente en un blog llamado "libros, autores y riesgos," donde se discutía principalmente la ausencia de Adoum en el boom de la literatura latinoamericana, hubieron comentarios desfaortunados por algunos mal llamados "intelectuales." El papel de los intelectuales, de los críticos literarios en particular, no debe ser el de destruir la poesía a costa de elaboraciones académicas, sino, por el contrario, cuidar de ella y, si se puede, entablecer un diálogo que la enriquezca. Esto fue lo que encontré en la crónica del escritor mantense Raúl Vallejo que me la mandaron el Ricardo y el Hernán y que está en la página del telégrafo y en el blog del ministro de educación. Es una pena haberme encontrado con varias opiniones que más allá de calificar la obra de jorgenrique (quién diablo somos para hacerlo?) se han dedicado a apadrinarla, cayendo por supuesto en vergüenza.
3.
Mi homenaje a Adoum es por supuesto más humilde, creo que no puedo caer en el error que acabé de denunciar y por eso me parece detestable darle chance al debate de si jorgenrique era o no del boom o si merecía serlo. Adoum era universalmente latinoamericano, el se fue con ese nombre por la tierra, hasta lugares en que lo veían con asombro y duda, porque creían que solo con hablar iba a levantar un muerto o causar un aguacero. Y no se equivocaban. Jorgenrique descubrió el verdadero nombre de las cosas, el verdadero nombre de la piedra y del hueso. La verbalización poética del sustantivo es lo que les imprime su nombre real, por eso lo acusan de comunista nostálgico, y vaya que lo era, y que hay que serlo, porque desde tiempos inmemoriales le han quitado a la piedra la memoria. Pero esta estaba allí intacta, y esos ojos miopes la supieron mirar con el asombro con que se mira al Pailón del diablo por segunda, tercera y quinceaba vez. Este oficio de jorgenrique, de devolverle el alma a la palabra es lo que le hizo y le hace nuestro poeta mayor. El sabía lo arriesgado del asunto, muchas veces se preguntó si las palabras harían el trabajo del fusil, pero se dio cuenta de que el abrazo y el verso eran (y son y seguirán siendo) un acto más revolucionario todavía (perdón por el cliché). En esta lucha, que también es caricia, jorgenrique nos iluminó los caminos de la poesía ecuatoriana y de la patria grande, de esta ruta en que estamos encaminados desde tiempos ancestrales, aunque no hayamos acertado muchas veces los caminos. Él supo montarse en el endiablado ferrocarril de la lucha por la reivindicación de la palabra, por la reivindicación del hombre. No son pocas las culturas en el mundo en que el término PALABRA y el término con que se define el ALMA es el mismo. Así, al darnos jorgenrique la palabra de nuestras tierras y sus gentes también nos entergó sus almas. Como el árbol le entrega a la vida sus raíces sus tallos y sus hojas y la vida en recompensa le convence al árbol de que son la misma cosa que son, ambosdos, el árbol de la vida.
4.
Cuando empecé a escribir este pequeño homenaje, que no podía tener otro nombre, había acabado de visitar la Capilla del Hombre con algunos amigos. Como bien se sabe los restos de jorgenrique yacen en un pino que florece en uno de los patios donde pasó varios años de su vida su amigo Oswaldo Guayasamín. Quién sabe de cuántas cosas habrán hablado allí incluyendo la promesa de enterrarse juntos en aquel lugar. Me he imaginado ese acuerdo durante mucho tiempo ya y, sin embargo, no se me ha ocurrido ningún verso, ni frase y peor un diálogo. Una lástima, pero esto me ha hecho recorrer la poesía de Adoum con cierta tenacidad. Allí les dejo un fragmento que nunca se me ocurriría, y que es parte del Amor Desenterrado que escribió el poeta a los Amantes de Sumpa.
...¿se escogía ("quiero morir contigo") a la persona
con la que uno iba a vivir toda la muerte,
náufragos intrusos en el subsuelo para ver desde abajo
cómo anda el pobrecito amor fugaz en el país de arriba,
y quedarse así embisagrados,
oyéndose para siempre el último parpadeo,
viéndose para siempre el último latido,
condenados a morir a amor lento
sin los tristes despueses del desacoplamiento?
de El Amor Desenterrado.
viernes, 3 de julio de 2009
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JAJA, bis,,
ResponderEliminarbueno, es de las mejores partes del poema, por eso lo repetí compañero Ridosh,
pero vale la pena, no?